El padre de la pedagogía activa.
Decroly fue un pedagogo, psicólogo y médico belga, que hizo grandes aportes a la pedagogía del siglo XIX. Es contemporáneo con muchos otros pedagogos súper importantes como lo son John Dewey, Georg Kerschensteiner, Edouard Claparede, Celestin Freinet y María Montessori.
Pues bien, este hombre defendió el principio de la libertad, es decir, el principio de acercar al niño/estudiante a la naturaleza para que éste experimente, explore e investigue, a la vez que está en contacto o en constante practica con los conocimientos. Esto sigue la idea de que, para él, los niños tienen una naturaleza espontánea que hace falta estimular a través de las experiencias próximas de los niños y, especialmente, que la escuela sea "por la vida y para la vida".
Otra de sus ideas revolucionarias se centraba en la educación especial o para niños especiales; de acuerdo con su teoría, no existen diferencias cualitativas entre los niños normales y los anormales. Su propuesta son los grupos homogéneos de estudiantes que, como lo planteaba Montessori, se ayuden entre ellos y colaboren a la construcción del conocimiento de los menos capaces, además de que ayuda a la integración de dichos niños anormales con la sociedad.
Con este fin, Decroly propuso un modelo pedagógico que denominó la pedagogía activa. Esta pedagogía rompe totalmente con el paradigma que hasta el momento se había impartido, es decir que, esta nueva pedagogía se opuso al modelo tradicional y transformó la manera de ver la escuela, el maestro y el estudiante.
En ese orden de ideas, podemos ver que el maestro no se ocupa de impartir conocimientos sino de construirlos con el niño y general en él un interés hacia ciertas áreas que le serán útiles para su vida y desarrollo personal. Así pues, éste debe crear en el estudiante el hábito del trabajo y del estudio estimulando sus sentidos por medio de prácticas dinámicas como juegos educativos, seminarios, interpretación de imágenes o palabras. En otras palabras, el maestro es un orientador del proceso de aprendizaje del estudiante sin hacer uso de los castigos, refuerzos y condicionamientos. Para él, el aprendizaje de memoria tiene poco valor y es por eso que le da prioridad a otras actividades que permiten que los hechos hablen por sí solos.
Además, el ambiente en el aula debe ser todo menos rígido y árido; por el contrario, éste debe estar organizado de manera que sea propicio y eficiente para el aprendizaje del estudiante, teniendo siempre en cuenta sus necesidades y recordando las palabras de Pestalozzi quien decía que la escuela debía ser para el niño y no el niño para la escuela.
Decroly pensaba en la escuela como un taller o un laboratorio experimental, puesto que para él la observación, la investigación, la interpretación y la discusión conformaban una parte crucial en la formación escolar. Así que el estudiante debe tomar una posición siempre reflexiva ante lo que está aprendiendo, puesto que es él el responsable de su aprendizaje.
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